lunes, 13 de agosto de 2012

De la redondez del Sol



Barros Calchaquíes, es un evento sin fines de lucro, organizado por Gastón Contreras y JuanNadalino, con muchos/as colaboradores, que se realiza cada dos años en San Carlos, Salta. Allíasisten, durante una semana, ceramistas, alfareros de todas partes, a intercambiar saberes yvivencias.Hay una presencia conjunta de quienes practican este arte milenario tal como lo aprendieron desus orígenes, con gente, que trae otras vertientes, que ha transitado por la educación formal.La temática de trabajo de este año fue: el reciclaje. Materiales de desecho, recolectados ytransformados que pueden ser utilizados, incorporados en las obras según el criterio de cadaceramista.Es una semana, con charlas, exposiciones, peñas, y distintas actividades culturales. Trabajantreinta ceramistas en la Plaza central, luego se hornean las obras, finalmente se exponen todas y seseleccionan tres que mejor hayan interpretado la consigna. Hay también un voto del público.Me acerqué al Encuentro de Barros Calchaquíes, como quien dice, con la ñata contra el vidrio. Deafuera.Fui como “dama de compañía” de un apasionado por el barro, la alfarería, los ancestros, nuestracultura.Ya en el camino, fuimos ingresando a otro tiempo, a otros aires, a otras alturas. Incluso atonalidades distintas.Una vez allí, en el pueblo de San Carlos, con ese sol generoso, comencé a traspasar la vidriera.La plaza, con gente, manos, ojos, tareas. Niños, adultos, jóvenes. Nativos, foráneos, hijos yentenados. Un remolino de quehaceres, proyectos, plasmándose en conjunto, en soledades, encoro. En banda. En bandada. En silencios y voceando.El encuentro que encuentra los deseos. Que acaricia las avaricias para transformarlas en brotes.Un revoltijo de experiencias, vidas, que se intersectan.Enorme calidez de los organizadores, para recibir. Enorme calidez de todxs para dar.Recibir/dar en una rueda. En una redondez horizontal. En una mesa común, tendida para que nadiequede afuera.Algo de las antiguas tribus se cuela en este presente, como si los siglos hicieran un chasquido entrelos dedos.Como si el tiempo, se detuviese por un rato, para dejarnos ser de modo más amable, más materno.El sonido profundo del cuenco de Rafael, llamando, anunciando, celebrando.Doña Joaquina, Virginia, Eusebia con sus lanas, Eduardo Mendoza, Don Jorge, Agnese,Christopher, Cecilia, Rafael, Gastón, Cintia, Juan, Nancy, Viviana, Carlitos Arroyo, Francisca,el cantor y guitarrero, Mariano Sivak con sus invenciones de fuego sorprendentes, otros tantos ytantas con los que supimos vernos. Oírnos. Compartir. Cada uno/a dando de sí lo que tenía… Losmuchachos de Oberá, que la noche de la horneada, cocinaron durante horas su riquísimo mbeyú,sólo para convidar/ convidarnos en esa noche fría, que se fue transformando en tibia, entre loscantos, el baile, gracias también a Inesita que amasó pan junto a Mabel….el vino, las llamas.Nos hemos vuelto con el cántaro lleno, con la piel más suave y tensa, con el corazón más rojo.Tal vez, con algo que no se compra, ni se vende: sentirse parte, ser uno/a más entre los otros.Tal como dice el poema de Octavio Paz:“Para que pueda ser, he de ser otro, salir de mi, buscarme entre los otros.Los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”¡¡SALUD!! A todos y todas ¡¡SALUD!!





Monica Oliver